Poema #33

No soy mí, ni sol ni bla bla bla si no te siento.

En estas noches de furia elegís tus silencios y la burla.
Entiendo que los sonidos ya no laten por aquí.

Entonces, aquella vieja canción que nadie escucha lo envuelve todo,
anestesia el tiempo y lo mantiene eterno mientras bailo frente al espejo,
desnudo lo poco que no tiene piel y me cubro de misterios para no morir.

Crecen las flores en el jardín de mi mente,
ese recóndito lugar donde alguna vez te soñé,
sin atreverme a pronunciar tu nombre para que nadie se burlara,
sin entender por qué si era más fácil caer rendido al gritar mi amor.

Hoy, ahora, en este instante, pido permiso para morir.
De qué sirve agitar la coctelera de los sueños si no vendrás.
Así que abro un pecado para sentir un rato de voces danzando en torno a mis sombras.

Una tormenta se avecina con más espinas que laureles,
pero no importan los agites de un corazón.

Si canto lo que siento, no tengo que esconder mi amor en el mar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario