Poema #2

Tres minutos para saborear tu cuerpo.

¿Cómo enredo mis piernas al jugo de las tuyas?
¿Cómo agito mis brazos en tu cuello, la respiración en tu cabello, en solo tres minutos?

Son solo tres minutos hasta que me decís que pare.
Tres minutos en los que navegar lo poco que puedo.
Son solo tres minutos antes de los brazos de Morfeo.

Después, las sábanas se van a tu costado,
y la miel de tu aliento de sueño,
y se acomodan los pliegues hasta que las alas descansan,
y yo me pierdo en mi apagado anochecer sin besos.

En la vía láctea me recuesto por tres minutos,
formas y colores que solo un corazón enamorado podría bocetar,
formas y colores, y estrellas, y magia, en solo tres minutos.

¿Cómo te rozo con mi silencio de ojos dormidos?
¿Cómo te llevo a mi jardín de libertad?


En tres minutos puedo eso, y mucho más, si es mi sueño.

Poema #33

No soy mí, ni sol ni bla bla bla si no te siento.

En estas noches de furia elegís tus silencios y la burla.
Entiendo que los sonidos ya no laten por aquí.

Entonces, aquella vieja canción que nadie escucha lo envuelve todo,
anestesia el tiempo y lo mantiene eterno mientras bailo frente al espejo,
desnudo lo poco que no tiene piel y me cubro de misterios para no morir.

Crecen las flores en el jardín de mi mente,
ese recóndito lugar donde alguna vez te soñé,
sin atreverme a pronunciar tu nombre para que nadie se burlara,
sin entender por qué si era más fácil caer rendido al gritar mi amor.

Hoy, ahora, en este instante, pido permiso para morir.
De qué sirve agitar la coctelera de los sueños si no vendrás.
Así que abro un pecado para sentir un rato de voces danzando en torno a mis sombras.

Una tormenta se avecina con más espinas que laureles,
pero no importan los agites de un corazón.

Si canto lo que siento, no tengo que esconder mi amor en el mar.