Poema #11

La casa nos espera con su confort y sus tentáculos.

Hay un mísero recuerdo que se apiada de lo que fue.
Hay pocas luces para endulzar este cálido final, y muchas sábanas mojadas.

La distancia nos recuerda los versos regalados en el balcón,
nos embriaga de sabores que descubren otros velos,
nos despoja las caretas que pudieran ser tatuajes hechos piel.

El camino se presenta con cardos y sequía,
las lunas serán tan frías como el sol escondido en invierno,
tres o cuatro fantasías despertarán los sueños más ansiados
porque el acero no se derrite sin caricias, así nomás.

Entonces vuelven a soltarse las amarras,
aquellas pálidas sonrisas guardadas en bolsas con suspiros,
donde las naves pueden trasnochar sin miramientos ni miserias fantasmas.

En ese foco de matices que le dan vida a la orquesta de mis deseos,
el esperma danza al filo de la cornisa para volar de aquí.

¿Quién se quiere ensombrecer en un estático lugar?


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